Poesías de la Tierra del Pan


HISTORIA DE UNA ETAPA


Desde Bustillo les hablo
de cosas grandes y pequeñas;
(es mi pueblo, les aclaro),
del Oro, por más señas.

Les voy a narrar a Vds.
algunas cosas de mi pueblo,
de ya hace algunos años,
que expongo hoy, de nuevo:

No había coches ni radios,
no había tractores ni tele,
no había cocinas de gas,
algunos usaban "pelele".

Ya, tener" luz" era un lujo,
pues no "venía" de día
y, muchas veces, siquiera,
si hacía viento o llovía.

Los candiles y faroles
eran los que nos lucían,
en algunas dependencias,
donde bombillas no había.

Para amenizar la velada,
la gente se reunía
en casa de algún vecino,
según como convenía.

Al no haber televisión,
se charlaba o se leía
las historias de los libros
que, siempre, alguno traía.

No faltaba algún truhán
que, yendo por calles y plazas,
escuchaba o indagaba
lo que sucedía en casa.

Las labores de los campos
eran muy largas y duras,
haciéndose indispensables
mujeres, hombres y mulas.

La legumbres se cogían
con la mano y un hocín,
agachados y en cuadrillas,
hasta que se les daba fin.

La siega y el acarreo,
la trilla, como el limpiar,
con la metida de paja,
parecía nunca acabar.

Los días de la vendimia
rezumaban de alegría,
como se rezumaba el mosto,
para el vino de otro día.

Como todo el mundo sabe,
el domingo se descansa;
con mulas, machos y burros
el trabajo nunca falta.

Se comían muchas sopas,
las llamadas sopas de ajo;
con el torrezno y chorizo,
a seguir, de nuevo, el tajo.

El cocido era diario,
como el tocino y chorizo;
en carnavales los bollos
y el vino que era preciso.

Trabajaban"tolos"amos,
junto a los jornaleros;
había ricos y pobres,
como hay guapos y feos.

Se llenaban, casi a tope,
las iglesias, los domingos,
como, sin comparaciones,
hoy se llenan "tolos" bingos.

Los domingos, por la tarde,
algo cambiaba la cosa;
la dulzaina y el tambor
"rejuntaban" mozo y moza.

Hay que tener en cuenta
que abundaban los servicios;
no había que salir del pueblo
a buscarlos a otros sitios.

Los carpinteros y herreros,
albañiles y barberos,
herradores y tenderos,
sastres y guarnicioneros,...

No venía el pan de fuera,
porque estaban los del pueblo,
con el pan muy bien labrado
que llevaba encima un sello.

Al haber tanto ganado,
precisaban atención;
por eso el veterinario
resolvía tal cuestión.

El médico también estaba
siempre a nuestro servicio,
así como el secretario,
haciendo muy bien su oficio.

Chocolate no faltaba;
había chocolateros;
lo tomaban los de casa
y, también, los forasteros.

Las casas eran de adobes,
grandes, calientes y frescas,
con los tejados repletos
de tejas que eran nuestras.

La fábrica de los adobes
también estaba en el pueblo;
la tierra, el agua y la paja
componían su mortero.

Llegaba San Valentín
para los pobres cebones,
de donde salían chorizos,
tocino y, también, jamones .

Agua corriente no había
y era un oficio más,
tener que ir a por ella,
como hoy se va por pan.

Era preciso el beber
y, también, el asearse;
si faltaba el agua en casa,
no era cuestión de sentarse.

La fuente, el pozo artesiano,
el de la plaza mayor...;
los que lo tenían en casa,
para ellos, mucho mejor.

En la plaza de la ermita,
un monumento había:
columna y bola de piedra,
sus" caños" agua servían.

No debió desaparecer;
hoy sería un gran emblema
para mi pueblo, Bustillo.
¡A mí me da mucha pena!.

El inconveniente mayor
de esta falta tan vital
era tener que enseñar
las "vergüenzas" al corral.

El avergonzarse de esto
es una vergüenza en vano;
"quien" se libró de lo dicho,
que levante la mano.

El progreso nos ha dado
grandes logros, sin dudar;
una de las tantas cosas...,
no tener que ir al corral.

Se celebraban las fiestas
con más o menos esplendor;
no faltaban buenos bailes
ni tampoco el buen humor.

Hasta aquí hemos llegado;
el pueblo ya no es el mismo;
más bien parece un lugar
para venir de turismo.

Cura, médico y sacristán,
como todos ya nombrados,
tampoco con nosotros están;
más bien parecen prestados.

Dicho esto, no obstante,
agradecidos estamos
de todos los sus servicios
y a su vera caminamos.

Las etapas son peldaños
de una escalera larga;
respetemos al pasado
y aportemos lo que valga.

Así es la vida, queridos,
mis distinguidos paisanos;
sea lo mejor para todos,
con un apretón de manos.


Benjamín Pinilla