Poesías de la Tierra del Pan


EVOCANDO A MI MADRE


Tu recuerdo vibrante no se apaga,
eres luz en la noche tenebrosa,
hálito de vida cuando arriban las sombras
y rodean como un espectro la conciencia;
eres flor, nívea e inmaculada
que ornas la apariencia de mi casa,
abrigo y custodia de mis ansiedades,
cobijo de una melancolía persistente,
memoria del ángel de amor que fuiste un día.

Sin embargo a veces se deshace
como en una acuarela ese recuerdo,
con el aspecto aquel que tanto amaba,
tu imagen se diluye poco a poco
y temo perderte para siempre;
la memoria es frágil y me espanta
desvanecer tu figura y olvidarte.
A veces afloran aspectos diversos:
tu perfume en alguien que pasa,
vocablos que reproduzco inconsciente,
mi forma de caminar que era la tuya…
la imagen del espejo que devuelve
los rasgos aquellos que te definían
y ahora son míos; el pelo cano y débil
que confirma tu reflejo… ¡tantas cosas
que dicen ser producto de los genes..!

Coqueteo con verte en cada nube
de forma variopinta y las observo
por si acaso aquel doblez fuera tu cara,
o una expresión perdida entre la niebla;
mas no hallo respuesta alguna a mi deseo
ni tampoco te haces presente en mis sueños.

¡Qué diera yo por contemplarte aún un minuto
para grabar a fuego aquellos ojos rientes,
la gracia de tus labios perfilados,
o el hablar discreto y a la par prudente!

Espera, que ya pronto nos veremos
para fundirnos en un abrazo eterno
como el mundo hasta el fin de los tiempos.

Mª Soledad Martín Turiño