Poesías de la Tierra del Pan


HE DE CONFESARTE AMIGO


He de confesarte, amigo,
un secreto que me bulle en las entrañas,
que abate la cordura más sensata,
nutre las raíces del lamento
y obnubila la razón y sus circunstancias;
un secreto que es recóndito y oculto
por las banalidades diarias de la vida,
es callado pero hiere como fino estilete
cuando se adentra en la carne blanda,
un misterio que no encaja en la existencia
sencilla e incluso espontánea
con que revestimos nuestros actos cotidianos.

He de confesarte, amigo, que amo
más allá de lo que dictan las normas escritas,
amo incluso al amor propio o ajeno;
soy un espíritu henchido de ternura
que concede desagravio y resarce
a quien antes con dolo lastimaba.
No sufre ya mi alma las débiles afrentas
que tiempo atrás afligieron carne y espíritu
hasta cauterizar la herida lacerante;
tan solo permanece una huella desteñida
de cicatriz agónica y sin lustre,
asomo de un dolor ya trasnochado.

He de confesarte, amigo,
que valoro el instante más que el día;
que comprendí a destiempo pero nunca tarde
ahora que los años me han cambiado,
que lo material es fútil, lo inmaterial sagrado,
la belleza inconstante, el halago fácil,
los amigos preciosos, la familia vital,
la conciencia limpia y bien ventilada;
tanto es así que en ello creo,
tales son los pilares sobre los que descanso
sea quizá por el transcurrir del tiempo
o por el hecho de haber madurado.

Mª Soledad Martín Turiño