Poesías de la Tierra del Pan


TRAS LOS CRISTALES


Entraban los sonidos por la ventana aquella
tras la que te escondías de ser vista,
vigilante de cotidianos rumores sencillos:
el crujir de los carros, pisadas de gente,
la estela de polvo que dejaba un remolque,
la huella de un niño que pisaba fuerte,
el bastón del anciano que clavaba al suelo…

Eras hermosa pero te sentías sola
en esa edad compleja del despertar al mundo,
y tras los visillos, como una vieja,
espiabas la vida, pasando las horas
sin otro quehacer, ni tino, ni rumbo.

Hubieras querido ser mariposa
para volar libre a la vista de todos,
o incluso el can silvestre que a nadie importaba
y corría las calles y bajaba al rio,
saltando los tesos, marchando despacio,
libre de amo, dueño de su espacio
como tanto anhelabas sin poder conseguirlo.

Salta el muro sin miedo y aléjate paso a paso
por calles y callejas ajena a las miradas;
cada cual va a su ritmo y solo es el fisgoneo
lo que anima sus horas vacías y gastadas,
y el día que llegues al confín del pueblo
verás que es sencillo marchar sin dar la nota,
más difícil siempre, créeme, es el regreso.

Niña que observabas tras los cristales
ahora por los años trasformada en vieja,
ya tienes tu historia, superaste el miedo,
saliste del pueblo, luego regresaste
y en ese viaje largo de ida y luego vuelta;
ahora te preguntas detrás de los cristales
si mereció la pena abandonar la tierra
por correr aventuras en busca de amantes
que marcaron tus sueños a fuerza de llantos,
sin afanes, ni amor, si acaso un recuerdo
fugaz que te empeñas en hacer visible
un día tras otro velada tras los cristales.

Mª Soledad Martín Turiño