ARCO DEL RELOJ

Esta torre que preside el corazón urbano de Toro se asienta sobre una puerta de la primitiva muralla. Fue edificada en el siglo XVIII y cuenta la leyenda que siendo antieconómico subir el agua del río para fabricar la masa, ésta fue sustituida por vino dada la enorme cantidad que se almacenaba en las bodegas del pueblo.

Ejecutada en sillería caliza, se yergue sobre el sitio ocupado por la antigua puerta del Mercado, del primer recinto amurallado, donde ya se había erigido en el siglo XVI otra torre para el reloj de la ciudad.

Luce una elegante traza barroca, depurada de ornamentos que, fue imitada en el vallisoletano monasterio de la Santa Espina y, con menos fortuna, en la iglesia de Santa María de Fuentesaúco.

Tan emblemático monumento, testimonio de la recuperación económica de Toro en el siglo XVIII, fue promovido por las autoridades municipales, según consta en los textos epigráficos que ostenta, uno dando cuenta de la primera fase de la obra, iniciada el 26 de abril de 1719, y otro de su prosecución el 29 de abril de 1733. Se debe al arquitecto trasmerano Valentín Antonio de Mazarrasa y Torres.
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