Ruta de los Arribanzos

Junto a la Iglesia de Santiago Apóstol, iglesia parroquial de Muelas del Pan, comenzamos la apasionante ruta de los Arribanzos.

Duración a pie: 2-3 horas
Grado de dificultad: Media-baja si se hace a pie; impracticable en bicicleta.
Época del año recomendada: Todo el año, especialmente los meses de invierno y primavera, cuando llevan agua los regatos.
Precauciones: Llevar agua. Con lluvia algunas zonas rocosas pueden resultar resbaladizas.


Punto de partida



Iglesia de Santiago Apóstol: Iniciamos la ruta admirando la torre románica de la iglesia parroquial para seguir viendo los distintos puntos de interés. Siga las flechas y los pies verdes. Y recuerde... respete la naturaleza. Gracias.



Fuente de la Güerta: Responde al tipo de fuente adintelada, realizada con piedra de sillería y escaleras de acceso. Aparece citada en el apeo de heredad que el Marqués de Tábara disfrutaba allá por 1738, denominada del 'Mayorazgo de los quatro quentos'. Hasta no hace muchos años abasteció de agua a los hogares cercanos.



Fuente de Valdemolinos: Llamada popularmente 'Fuente del Arco'. Típica construcción de bóveda descubierta, similar a las que encontramos en Sayago, y consideradas romanas. La presencia de dicha civilización está documentada en Muelas en monedas, estelas funerarias y menhires fálicos.



Puente de Llineras: Mimetizado con el entorno. Su constructor no buscó la belleza, por otro lado accesoria, sino la utilidad: vadeas el pequeño regato en los meses de escorrentía, invierno y primavera. Práctico y sencillo.



Molino del Tío Cavila: Construcción medieval del tipo de rodezno con cubo. La salida del agua (cárcavo) es adintelada. La conducción del agua desde el regato hasta el cubo se realizó a través de un pequeño canal excavado en la roca. Estos molinos eran estacionales. Sólo molían cuando la corriente de agua lo permitía (desde octubre a febrero o marzo).



Molino de la Carvaina: De tipología similar al anterior pero sin cubo. Recibía el agua por un canalillo excavado, en parte, en el granito, que le daba la pendiente necesaria para moverlo. Si sus características son comunes a los llamados de rodezno, numerosos en Sayago, la solución adoptada para conducir el agua (alcantarillas excavadas en roca) los hace totalmente excepcionales.



Molino del Tío Verbena: Otro molino de cubo que, asemeja la quilla de un intrépido buque en un mar de rocas. El arrollo y los molinos continúan, hasta desembocar en el Esla. Nosotros los dejamos a un lado y continuamos nuestra senda.



Puente portal de Belén: Todo este paraje de indudables aires glaciares, recibe tan pintoresco nombre ¿lugar, quizás, de adoración del dios Belenos? El puente, de grandes lajas graníticas, nos invita a cruzar el arrollo y adentrarnos en parajes de ensueño.



Mirador de Castil de la Cabra: Las tranquilas aguas del Esla, nos dicen adios entre los profundos tajos graníticos. Poco más abajo, entregará sus aguas al Duero entre los términos de Villaseco y Villalcampo. Entre estos roquedales de agreste belleza, no es difícil contemplar el pausado vuelo del águila y, quién sabe, si de otras preciosas aves.



Casa Parabolé: En tan inquietante paisaje, los pastores, buscaron refugio para ellos y sus ovejas, entre las caprichosas formas de las rocas, disponiéndose al abrigo de los temporales. Continuaban así la ocupación que, ya a finales de la Edad de Bronce (Cogotas I) existía por estos pagos, gentes cazadoras, que elaboraban en barro sus cacharros domésticos.



Santuario de Peña Burecada: Este santuario rupestre, está formado por dos rocas con piletas excavadas en ellas, fue utilizado como centro de sacrificios. El hueco de la piedra tendría un efecto salutífero para todo aquel que pasara por él (las llamadas piedras horadadas). Más al sur se localiza El Vedal, yacimiento arqueológico, con materiales de Cogotas I, y de la cultura del Soto, transición a la Edad del Hierro.



Horno del Tío Rey: Este horno de alfarería es la última ruina de lo que fue próspera industria desde tiempos medievales: la alfarería de rueda baja. Estaba dividido en dos partes: la cámara de cocción, donde se metía la leña, y la parte superior, donde se colocaban los cacharros. A comienzos del siglo XX se venía a cocer por turnos, incluso alguna alfarera, le vendía los cacharros sin cocer al dueño del horno. Sus cazuelas surtían las necesidades de Dña. Juana la Loca en su encierro en Tordesillas.


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